No voy a comentar sobre la batalla con esa aberración gigante en forma de gusano, pues francamente pese a su tamaño huyó al cabo de unos segundos y sus tentáculos no fueron más que un fastidio para mis habilidades. Además estoy seguro que el místico cubrirá a detalle ese encuentro en su diario. No, quiero aprovechar estos minutos de paz para llorar al templo desacrado.
Mi nuevo grupo sigue sin confiar en el Hermano Alesco, motivo por el cual no permitieron que nos acompañe cuando regresamos a revisar el templo. El hechizero pudo abrir la puerta tal como Alesco lo hizo en su momento, con una oración de fe. Creo que se ha convertido a los dioses del Primer Panteón. Una vez dentro uno de sus encantamientos le permitió detectar compartimientos secretos en las bases de las estatuas.
Fue un juego de niños abrir las puertas de estos compartimientos, empezando por el de la estatua de Abraxxas. Encontramos dentro un Libro Sagrado de Abraxxas y varios artefactos divinos con los que los mortales no deben jugar. Estábamos dispuestos a revisar las cosas a detalle cuando el recién llegado Sacerdote decidió salir a tomar aire dado que al parecer no tiene la fuerza de voluntad para romper algunas reglas en busca de lo que es necesario hacer para salvar al mundo.
Fue ahí donde empezó todo. En la puerta uno de los lacayos del castillo nos informó que el caballero que estaba en camino a ser ordenado en el templo había sido atacado. ¿Es que todos los que llegan a ese maldito recinto sufren la misma suerte? En nuestro apuro por salvarlo cometimos el más grave error del día: dejar sólo el templo.
El Hermano Alesco pudo, a pesar de haber recibido insulto tras insulto a su honor por parte de los miembros más desconfiados del grupo, curar al caballero. Pero mientras nosotros estábamos alejados, el templo fue atacado y el altar de Abraxxas destruído.
Lo que pasó después lo recuerdo poco, pues la desesperación me embargaba. Algunos se fueron a buscar al Sumo Sacerdote que venía en camino para la ceremonia. Otros nos quedamos en el templo, donde descubrimos un mapa en partes oculto bajo todas las estatuas.
Tenemos el mapa completo, pero no sabemos a dónde nos llevará. Tenemos al caballero vivo, pero no sabemos cómo hacer para ordenarlo. Tenemos el templo, pero le hemos hecho más daño en unas horas que lo que le pudieron hacer los miles de años que estuvo en espera.
Una sola cosa es clara: Las religiones del segundo panteón no tienen el poder para detener lo que se viene, aunque esto implique salvarse a sí mismas. Ya en estos momentos están haciendo alianzas con representantes del primer panteón y rogando que los ayuden. El cambio está más cerca de lo que imaginaba.
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